Utilizando el léxico de los lingüistas Teresa Mulet en Tipo inútil trabaja con “grafemas”; en otras palabras, con las unidades mínimas de la escritura: con letras y números. Organiza sistemas de representación con las partículas de la lengua expresándola visualmente en forma gráfica. La imprime en papel, plástico, acetato o la confecciona en lienzo; así construye un discurso visual que desintegra la arquitectura poética del himno nacional de Venezuela y materializa, en números, el índice de criminalidad en el país.
Formada en la disciplina de las artes gráficas (Teresa Mulet es diseñadora gráfica, egresada del Instituto de Diseño Neumann, 1991 y cursó estudios de comunicación visual, en Milán con A. G. Fronzoni, 1997), Mulet recurre a la tipografía para enunciar, por ejemplo, la inutilidad o neutralidad de uno de los símbolos patrios más apreciados por el régimen Castro-chavista, el himno nacional. En Himno silente recorta, en plástico negro, las primeras palabras de la estrofa del canto patriótico: “Gloria al bravo pueblo”. Las siguientes frases que conforman la trova las desestructura en pedazos que agrupa en un pequeño montículo donde los fragmentos están enmarañados. En esta instalación, Mulet apuntan a la descomposición de la gesta libertadora con la intención de disgregar los sentimientos nacionalistas narrados en el cantico.
Conviene recordar que en el contexto venezolano los prestadores de servicios de radio y televisión tienen la obligación de trasmitir el Himno Nacional al iniciar y finalizar la transmisión: a las 6am, a las 12am y en algunos casos a las 12 pm. Además el himno precede y concluye las cadenas presidenciales difundidas diariamente a cualquier hora del día. Es incluido, por otra parte, en todo acto oficial. En algunas ocasiones, antecede la liturgia cristiana e inicia la actividad escolar en colegios públicos y privados. Por lo tanto, el himno se encuentra arraigado a la vida cotidiana del venezolano. Gracias a su interminable e intermitente difusión, hasta hace un mes era un canto inútil, más afín al poder que controla que a la sociedad civil: se apagaba la radio o el televisor cuando se oía. En la actual crisis, los manifestantes lo retoman como símbolo de unión colectiva y desobediencia social, como expresión de indignación general y es cantado con euforia. Sin embargo, dentro de la moral y ética del Estado destruir el himno como lo hace Mulet puede ser juzgado como un acto terrorista; no oírlo, no cantarlo significa ser apátrida, es no comulgar con lo que ahora llaman sentimiento de “venezolaneidad”.
También en NO, la artista utiliza las letras, esta vez la del alfabeto. Con ellas hace una estructura en tercera dimensión de letras superpuestas para formar un enredo o confusión visual. Este desorden en la organización del abecedario atenta en contra el arte de la tipografía, el cual con gracia y paciencia construye –con tipos móviles–, los vocablos. También Mulet emplea grafemas sin rigidez y consistencia en la obra Palabra silente con el fin de traducir la inutilidad del lenguaje y del diálogo en el contexto venezolano; de ahí proviene el título de la muestra.
Continuando con la intención de dar forma a una voz disidente, Teresa Mulet en Bochinche se apropia de la emblemática palabra pronunciada por Francisco de Miranda en 1812 al referirse a la sociedad venezolana: ¡Bochinche, bochinche! (“Esta gente no es capaz de hacer sino bochinche”). Esta palabra es retomada por el poeta Rafael Cadenas en el IV Congreso de la Lengua, Panamá (2013), para señalar la situación actual del país y Mulet la reutiliza en el espacio de representación; la serigrafía sobre tela seis veces para forman un conjunto. De esta manera, reestiliza su significado, hace de Bochinche una forma de arte, susceptible de ser releída en la coyuntura sociopolítica del momento. A través del término propone repensar la idiosincrasia del venezolano que infelizmente parece no haber mutado desde el siglo XIX, todo lo contrario, se ha hecho fija e inmutable.
Los números, como apuntamos antes, es otro de los recursos usados por Mulet. Con ellos construye representaciones cercanas a la poesía visual en el sentido que los códigos numéricos son convertidos en soporte gráfico, en objeto, en signo sobre un espacio. En Informe No. 1, la artista crea una especie de caligrama, otra vez, una forma de poema visual donde el lenguaje matemático constituye el elemento básico de la composición. Acá, Mulet imprime cifras que van desde el número 1 hasta el 24.763, contabilizando la cantidad de muertes ocurridas en el país tan solo en el año 2013. (Conocedora de fuentes tipográficas imprime las cantidades en Meta. Fuente que posee la particularidad de tener números ascendentes y descendentes, lo que propicia que la impresión simule formas y se vean manchas oscuras y claras en degrade, produciendo un efecto muaré). Por lo general, la cifra 24.763 la vemos garabateada en la paredes de la ciudad o encabezando la noticia de diarios, sin embargo Mulet logra en la obra que el espectador visibilice la pena. La artista, también en Ejercicio contable emplea la suma, la más básica operación de la aritmética, para testificar y certificar la triste y dolorosa circunstancia social que padecen los venezolanos en esta espiral de violencia (como dato: en los dos primeros meses del año 2014 han sido contabilizados 841 homicidios, 10,3% más que el año pasado en las misma fechas; mueren 54 personas cada día). Siguiendo con la violencia, Ejercicio Volumen es un testamento de horror: las 24.730 muertes están representadas, una a una, en hojas de imprenta, maculaturas, pliegos de desecho que han sido sangradas o cortadas a 1/8. Con los folios edifica una escultura vertical o monumento funerario, un cenotafio de 2,50 cm de alto que conmemora a cada persona asesinada.
Teresa Mulet trabaja con letras, palabras o números; emplea la tipografía y la imprenta para redoblar la fuerza expresiva de los caracteres, duplicando así las circunstancias injustas de nuestro días desgraciados.
Teresa Mulet en Tipo inútil, Sala ONG (Organización Nelson Garrido), febrero, 2014. El Nacional, Papel Literario. Caracas, 6 de abril 2014.